El soberanismo y, con él, los que aman a la justicia, han experimentado alegría y alivio gracias a algunas noticias recientes sobre el proceso catalán. En primer lugar, por supuesto, el rechazo rápido y contundente de los jueces alemanes a la acusación por sublevación contra el ‘president’ Puigdemont formulada por Llarena. La prosa de Llarena, una vez traspasados los Pirineos, se revela como lo que es: pura quincallería ideológica. Veremos cómo acaba finalmente el asunto. Otra alegría llegó luego de la mano del juez español Diego Egea -hay quienes conservan el sentido común- que mandó a su casa a la … Continuar llegint