Refundación y corrupción

Sí, sí, ya sé que es un tópico manoseado hasta el agotamiento. Pero es cierto: toda crisis, por aguda que sea, contiene en su interior una o más oportunidades. No se trata exclusivamente de una afirmación útil para comercializar libros de autoayuda, para animar a los emprendedores a persistir o para directivos atrapados por los números rojos.
El llamado caso Pujol, que ha conmocionado y sigue conmocionando a la sociedad catalana, tanto a los partidarios como a los detractores del expresidente, tiene también para Convergència Democràtica –y para CiU– su parte de oportunidad. Eso sí, las oportunidades hay que saber aprovecharlas, y eso requiere valentía, audacia, talento y unas buenas dosis de suerte.
Quienes han puesto las bases para que el desastre se convierta en oportunidad han sido el nuevo coordinador general de CDC, Josep Rull , y el president Mas . Sus reacciones ante la confesión de Jordi Pujol de que había tenido durante muchos años dinero guardado en el extranjero fueron acertadas. Las palabras de Mas el martes al mediodía –24 horas antes de la reunión con Mariano Rajoy en la Moncloa– fueron exactamente las que requería la situación. Fue una reacción nítida y contundente, sin dejar de reconocer que Pujol ha sido su «padre político». Para Mas fue un trance muy difícil, quizá el peor de su carrera política, a pesar de que a estas alturas él acumula sobre sus espaldas un buen montón de ellos.
El propio Rul l ha hablado en los últimos días de la necesidad de «refundar», de cambiar a fondo el partido que Pujol creó hace cuarenta años. A mi entender, esa refundación –más allá de los nombres que la personifiquen finalmente– debe asentarse sobre algunos robustos pilares, uno de los cuales, el principal, ha de ser el de la honradez. CDC y CiU han de ser capaces de convertirse, en las palabras pero sobre todo en los hechos, en luchadores activos contra la corrupción política. Y lo que eso significa no es otra cosa que actuar a partir de ahora con la misma firmeza mostrada con alguien que tanto ha hecho por Catalunya, por el catalanismo y por CiU como es Jordi Pujol .
Si los nacionalistas catalanes han hecho lo que han hecho –lo que debían– en relación al caso Pujol, no tendría sentido, ni nadie comprendería que se contemporizara o se mirara hacia otro lado, cuando se trate de otros: un cargo del partido, un alcalde, un conseller o quien sea. La conmoción por lo de Pujol debe provocar ese cambio, que a su vez debe ser parte ineludible de la refundación que CDC se propone. Si esta y otras decisiones no se toman y se llevan a la práctica con determinación y convencimiento, todo apunta a que los días de CDC, al menos como partido central y protagonista de la política catalana, están contados.

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