“Nos hemos sentido bastante expulsados del Govern”, confesó Jordi Turull ante los micrófonos de RAC-1 tras la destitución del vicepresidente, Jordi Puigneró, por parte de Pere Aragonès. Turull estaba desolado, probablemente porque sabía lo que se avecinaba. Echar a Puigneró significaba, así lo entendió Turull, no solamente que ERC no tenía intención alguna de acceder a las demandas de Junts para que cumpliese lo firmado en el pacto de gobierno, sino que, además, los republicanos estaban preparados para asumir la ruptura del Govern. Las obsesiones de Turull fueron desde el primer día cohesionar a Junts per Catalunya, primero, y mantener … Continuar leyendo