El PSC (otra vez) ante el cruel dilema

Regresan los clásicos, y no solo me refiero al atracón de partidos con el Barça y el Real Madrid como protagonistas ni a las películas religiosas de estos días, sino también a José María Aznar, a las veguerías y a los consellers que sueltan declaraciones extemporáneas, como Andreu Mas-Colell con la rebaja del IRPF. Y, sobre todo, al clásico por antonomasia de la política catalana: a CiU tratando de ahogar al PSC en la bañera de sus contradicciones, en esta ocasión a cuento del adelanto del dinero del fondo de competitividad.

El fondo, 1.450 millones, fue creado con el sistema de financiación pactado por el tripartito con José Luis Rodríguez Zapatero y presentado, ustedes lo recordarán, como «el mejor de la historia». Resulta que Zapatero adelantaba los millones, pero este año dice que se acabó lo que se daba. Que cada uno se apañe como pueda. Intenta centrifugar el esfuerzo económico y la erosión política a otras administraciones. El PP se ha sumado a las reclamaciones de Artur Mas con desvergüenza, pues justamente el PP se opuso al sistema de financiación (amén de recurrir el Estatut ante el Constitucional). Esperanza Aguirre, a quien le tocarían unos 1.000 millones de adelanto, ha levantado la voz para exigir la pasta.

Por su parte, a través de Joaquim Nadal, los socialistas catalanes, artífices principales del acuerdo de financiación y también del agujero que aqueja a las finanzas de la Generalitat, ofrecieron apoyo a Mas e incluso prometieron llegar «hasta las últimas consecuencias», lo que incluiría romper la disciplina de voto en el Congreso y provocar un serio, muy serio, conflicto con el PSOE. Nadal, tal vez agarrotado por la proximidad de les elecciones del 22-M, llegó a sugerir que, para pagar a Catalunya, Zapatero solicite un crédito.

Una vez situado el PSC en este punto, a CiU y al resto de los partidos catalanes solo les queda empujarlo hacia el interior de la ratonera, a saber, el dilema entre defender a Catalunya o seguir apoyando al PSOE. El martes, por ejemplo, el portavoz del Govern, Francesc Homs, invitaba a los socialistas a demostrar sus agallas y su catalanismo añadiéndose a una proposición no de ley de ERC en demanda del dinero. Mientras, Josep Antoni Duran Lleida anunciaba una interpelación al Gobierno español, y Alicia Sánchez-Camacho, una moción en el Senado.

Homs quiso ponerse solemne: «Señores del PSC, les pedimos ayuda». Una solicitud envenenada, pues los convergentes están segurísimos de que el PSC no se atreverá a desafiar al PSOE en el Congreso, lo nunca visto. Tampoco Zapatero ha dado señales de tomarse muy en serio las amenazas de los socialistas catalanes, quienes, a tenor de su debilidad interna, empeorable tras el 22-M, no parecen estar en disposición de declarar la guerra a nadie.
 

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