No es por fastidiar

«Ni es entendible ni parece muy oportuna», sentenciaba el viernes Soraya Sáenz de Santamaría sobre la abstención de CiU a la abdicación de Juan Carlos I. La decisión de los nacionalistas catalanes ha sentado fatal a los poderes políticos, funcionariales, económicos y mediáticos de Madrid. Ha enojado también, no podía ser de otra manera, a las élites catalanas más pendientes y dependientes del conglomerado que manda en España.
Sin embargo, ¿es realmente tan absurda y contraproducente la posición de CiU? Lo primero que hay que tener claro es que eso debe juzgarse no desde el prisma de Sáenz de Santamaría, sino desde la lógica y los intereses de CiU y del movimiento soberanista que el president Artur Mas lidera. Que la abstención convergente guste más o menos al PP o al PSOE es irrelevante o, tal vez, incluso un indicador de que CiU acierta. No deja de ser curioso, por otra parte, que las iras se concentren en la federación catalana y no alcancen para nada al PNV (ha anunciado también la abstención) o a los grupos que van a votar no .
A mi entender, CiU no podía optar por el rechazo. Hubiera sido un signo de agresividad gratuita. Igualmente, Mas se ha esforzado para poder estar en la proclamación de Felipe VI, diferenciando así entre la posición de CiU y la figura institucional del president . Además, el no a la abdicación tiene un punto de absurdo, pues no puede obligarse a nadie a seguir trabajando si no quiere (el esclavismo hace mucho que, al menos en España, forma parte del pasado).
Tampoco podía votar CiU que sí, es decir, hacer como si nada hubiera ocurrido y nada estuviera ocurriendo. No son ganas de fastidiar. Lo que ocurre es que lo de Catalunya no es una broma o un simulacro. Va en serio. El voto de CiU a la abdicación –abdicación que llega tarde y mal– debiera servir para que en Madrid se dieran cuenta de una vez por todas de que el viejo paradigma, que incluía la consabida táctica de la puta y la Ramoneta, está muerto y enterrado.
La abstención encierra, asimismo, un segundo mensaje, que se parece mucho al que lanzó el propio Mas tras conocerse que Juan Carlos abdicaba. Se trata de avisar de que no hay que desviarse del rumbo fijado. Ni conviene distraerse. Como dijo el president , que España tenga otro rey no altera la voluntad catalana. Por eso ni Mas ni CiU han querido entrar tampoco en el debate entre Monarquía y República.
En este sentido, el mayor interrogante –para el Gobierno catalán y para Catalunya en su conjunto– consiste en saber si el relevo en la Corona es un elemento aislado o, por el contrario –y en mi opinión menos probable–, forma parte de un plan amplio y de calado para reconducir la situación entre Catalunya y España, situación creada, en gran medida, por los mismos que ahora se indignan ante la abstención de CiU.

Deixa un comentari

L'adreça electrònica no es publicarà Els camps necessaris estan marcats amb *

Podeu fer servir aquestes etiquetes i atributs HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>