Duran y el centro

Hace unos cuantos días Josep Antoni Duran Lleida removía nuevamente las aguas con unas manifestaciones abogando por reactivar el centro político catalán. El líder de Unió constataba que CiU, que tradicionalmente ha ocupado ese espacio, está perdiendo apoyos, mientras advertía que no hay que ir «a remolque de terceros». La reflexión de Duran –a la que volvería el viernes a través de internet– se ha interpretado como la enésima crítica del dirigente democristiano al independentismo de sus socios de CDC. El independentismo explicaría, para Duran , la pérdida de fuelle de CiU en beneficio, mayormente, de ERC, ya que, como suele decirse, la gente prefiere el original a la copia. Sin embargo, bien se podría interpretar –como han recordado voces de CDC y ERC– algo muy distinto. Esto es: la sociedad catalana se ha movido hacia un mayor soberanismo e independentismo, y, por consiguiente, también la centralidad se ha desplazado. El problema de CiU tendría que ver, pues, no tanto con la ubicación sino con su credibilidad a la hora de encarnar y liderar esa nueva centralidad. No parece, al menos a día de hoy, que el espacio central de la sociedad catalana esté a favor de la llamada tercera vía por la que tanto ha trabajado Duran . Y no exclusivamente porque el Gobierno español haya rechazado una y otra vez lanzar una propuesta que la haga posible. Desde mi punto de vista, las palabras de Duran adquirirían mayor sentido si la idea de centro la proyectáramos no sobre el eje identitario sino sobre el puramente ideológico (el que va de la extrema izquierda a la extrema derecha). Si adoptamos esta perspectiva, constatamos que, aunque tampoco aquí CiU se ha movido, sí parece haber renunciado a dotar a sus políticas de carga ideológica, esto es, de argumentos sustentados en valores de base. A veces, incluso, ha sembrado la confusión, como con en el conflicto de Can Vies. CiU, pues, frecuentemente transmite falta de convicción a la hora de dar sentido a determinadas decisiones y líneas de actuación. (Algo parecido a esto es lo que, intuyo, pretendía expresar Josep Oliu al reclamar «una especie de Podemos de derechas» orientado a la iniciativa privada y al desarrollo económico). Más allá de la propia diversidad interna y de la vocación de atraer a sectores heterogéneos, la indefinición de CiU se ve alimentada por la actual situación política, marcada por la crisis y por la necesidad de buscar alianzas y acuerdos. La crisis concede ventaja, en el debate público, a la izquierda, así como a las proclamas simples y populistas. Por otra parte, el camino hacia la consulta, junto con la necesidad de alianzas para gobernar, exigen a CiU mantener la sintonía con ERC y, por tanto, no resaltar las diferencias.

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