No es un libro, ni creo que la editorial o el autor lo pretendan, para que lo lea todo el mundo, ni siquiera destinado a un público más o menos amplio. Por su peso y tamaño, pero sobre todo por el número inacabable de datos, detalles y anécdotas de toda clase que se acumulan a lo largo de su enciclopédico número de páginas. Hablo de la biografía de uno de los grandes periodistas del siglo XX, Josep Pla. El autor es el profesor Xavier Pla, que titula su obra así: ‘Un cor furtiu. Vida de Josep Pla’ (‘Un corazón furtivo. Vida de Josep Pla’).
Ya desde el poético y certero título Xavier Pla revela la idea principal del libro, que nos sitúa ante la personalidad compleja, contradictoria, escurridiza, enigmática y fascinante del escritor de Palafrugell. El autor de ‘El cuaderno gris’, nos cuenta su biógrafo a lo largo de sus más de 1.500 páginas, es poseedor de una personalidad imposible de retratar. Incluso el propio Josep Pla, el gran virtuoso de la prosa de lo concreto, de los paisajes, la comida, las ciudades y la gente, es incapaz de describirse, de aprehenderse. A Josep Pla le cuesta terriblemente hablar con serenidad y precisión sobre Josep Pla. Sufre frente al espejo. Titubea, impugna, tantea. Y, eso sí, deja claro a sus interlocutores, una y otra vez, insistentemente -¿con impostura?, ¿a la búsqueda de consuelo?- que él es un tipo para nada admirable. Josep Pla no parece caerle bien a Josep Pla, alguien que, como acredita la biografía, puede ser terriblemente cruel e injusto, pero también comportarse como el más tierno de los niños.
Es un trabajo titánico, que deleitará a los amantes del universo planiano. Apabullante. Un monumento. Un libro que hay que tener, aunque no se lea, o no se lea ahora. Y también una obra honesta. El biógrafo no pretende forzar una interpretación, más o menos creativa, más o menos acabada del biografiado. Renuncia a forzar las cosas y embutir a Josep Pla en una horma, en un estereotipo atractivo y tranquilizador. Nos regala, a cambio, toneladas de información, toda la información que tiene, y deja que juzguemos. También por eso hay que darle las gracias a Xavier Pla.