Denle una oportunidad a Junqueras

La Esquerra Republicana que la elección de Oriol Junqueras como presidente del partido acaba de enterrar resultó abrasada sobre todo por revalidar el tripartito tras los comicios del 2006. Si el primer tripartito podía justificarse –por los 23 años de CiU, por el resultado ajustado de las elecciones–, el segundo causó intenso malestar en amplios sectores catalanistas. Ello dio paso a la fractura interna y al derrumbe electoral.
 ERC justificó su apuesta por el tripartito como una «opción estratégica» que pretendía atraer hacia el catalanismo a las bases del PSC y desplazar a los socialistas de la hegemonía en el hemisferio político izquierdo y erigirse así en la izquierda nacional . Pronto empezó a hacerse evidente que tal argumento era solo una coartada, y ERC se reveló como el aliado del PSC e Iniciativa en otra operación muy distinta: acabar con CiU, reducirla a la mínima expresión posible. La resistencia de los convergentes, unas circunstancias políticas adversas y la pésima gestión exhibida –vean la reciente auditoría sobre la situación de las finanzas de la Generalitat a 31 de diciembre del 2010– finiquitaron aquella fórmula de gobierno.
 Tras lo sucedido, ERC ha decidido hacer borrón y cuenta nueva. Cambio de caras, correción del rumbo. El nuevo líder es Junqueras , alcalde de Sant Vicenç dels Horts, histórico feudo socialista. El número dos lo ocupa Marta Rovira , que formaba parte de la dirección con Puigcercós . Para las elecciones del 20-N, Joan Ridao –que el martes escribía en su Twitter «larga vida a la izquierda nacional»– ha sido sustituido vía primarias por el escritor Alfred Bosch .
 Junqueras empieza su andadura con un discurso sencillo pero que parece sincero. Resumiendo mucho: he venido a trabajar y todo aquel que quiera arrimar el hombro será bienvenido. Sin embargo, los agoreros y los inquisidores no han tardado nada en negarle el beneficio de la duda. Así, unos cuantos de los que no dejan de denostar el autismo de los partidos y de retratar a los políticos como una casta desinteresada por lo que ocurre en la calle cargan contra el historiador por ser un «aficionado» que no tiene ni idea de lo que es llevar las riendas de un partido como Esquerra.
 Hay otros, que a veces son los mismos que los de antes y a veces no, que censuran preventivamente a la nueva Esquerra Republicana. Condenan a la hoguera a la nueva cúpula por mostrarse dispuesta a hablar con CiU. A ellos les gustaba más la ERC transmutada en una Iniciativa –es decir, presta para completar al PSC cuando este lo requiriera– perfumada con esencias independentistas; la ERC que, increíblemente para una formación que quiere llevar a Catalunya a la plena emancipación, se ubicó ideológicamente bastante cerca de la extrema izquierda.
 

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