Entre las cosas que más enojan a los ciudadanos se encuentra, sin duda, la burocracia. Su lentitud, su poca flexibilidad, su maquinal indiferencia. Uno, cualquiera de nosotros, llega fácilmente a la conclusión de que los servicios públicos, desde los juzgados hasta Hacienda, pasando por cualquier instancia municipal, se hallan al borde del colapso. Por no hablar de la escuela o, sobre todo, de la sanidad. Vivimos en una sociedad, la catalana, la española, en que aparentemente ninguna, o muy pocas cosas, funcionan como debieran. Nada parece fluir normalmente. No solo eso, sino que el absurdo kafkiano o valleinclanesco perdura indestructible, … Continuar leyendo
